Kusen de Étienne Zeisler sobre el "Tenzo Kyokun" del Maestro Dogen [17/..]

KUSEN

 (enseñanza oral durante zazen)

"TENZO KYOKUN"

del

Maestro DOGEN

Comentarios de Ètienne Zeisler


 [17/..]  

4 de agosto 1986 (20:30 h)

Os he leído el relato de Dogen sobre su reencuentro con el viejo tenzo. Este encuentro le impresionó profundamente. Dogen tuvo el satori con el viejo tenzo.

“Joven extranjero, no comprendes la práctica ni el sentido de las palabras, ni la letra”. 

Dogen acababa justamente de llegar a China para buscar la Vía. Había estudiado ya los sutras, el tendai, el zen rinzai, y conocía todo el budismo. Su cuerpo tenía la forma de un monje. Un monje practica zazen, lee los sutras, estudia los koans. ¿Cómo un viejo monje podía ser únicamente cocinero?

Así pues, el viejo tenzo se burló de Dogen que no conocía la práctica ni el sentido de las palabras. “

- ¿Qué son las palabras, 1,2,3,4,5?

- ¿Qué es la práctica?

- Nada escondido en el universo.

- Todas las cosas son nuestra vida. 

- ¿Qué es la práctica? 

- Cualquier cosa que encontréis es la práctica.”


Un poema de Setchu dice:

“1, 7, 3, 5

La verdad que buscáis

no puede ser tomada.

La noche cae, y la luna brillante

ilumina el océano entero.

Las joyas del dragón

se encuentran en cada ola.

Mirando la luna: Está ahí.

En cada ola y en la siguiente.”


En la poesía tradicional china, el primer verso está compuesto de un ideograma, el segundo de siete, el tercero de tres, el cuarto de cinco. Aunque esta sea la regla, este poema no la respeta. No sigue el modelo, no sigue la letra.

Cuanto más se empeña nuestro espíritu por coger una cosa, más se le escapa, como una anguila se escurre entre los dedos. Aunque en la regla, las palabras sean 1, 7, 3 ,5, la verdad que vosotros buscáis no puede ser tomada.

“Cae la noche, y la luna brillante 

ilumina el océano entero.

 Las joyas del dragón se encuentran

 en cada ola.” 

Las joyas del dragón son la luz de la luna sobre el océano. Por más vasto que pueda ser el océano, la luz de la luna está por todos los lados. Si se quiere buscar la luna, la encontramos aquí, en este lado de aquí. Está en cada ola, y en la siguiente.

Si se tiene una idea fija como el joven Dogen que es monje, si se tienen gafas coloreadas, gafas de monje, gafas de filósofo, de hombre, de mujer, gafas políticas, comunistas, capitalistas, si se busca una verdad fija, nos encallamos continuamente. Los artistas, los pintores, intentan coger esta verdad, pero al final se encallan. Ven la luz de la luna en el océano, pero no la pueden coger. Esta luz está por todos los lados, en cada una de nuestras actividades. No se puede verdaderamente comprender más si se mira la luna. Se puede entonces reencontrarla en cada ola, en cada acción, en cada acto de nuestro comportamiento.

Mirar la luna es zazen.

Nuestra vida no tiene forma fija. No está en un lugar especial o en una época particular. Es libre, más allá del tiempo y del espacio, más allá de nuestro sentido, de nuestro pensamiento. A veces existe, a veces no existe.

En el rakusu de los que van a recibir la ordenación está caligrafiada esta frase:

“No miréis solamente con la mirada ordinaria. No penséis solamente con el pensamiento ordinario”

La verdad que vosotros buscáis, la ciencia no puede tomarla, ni tampoco la economía. Es hishiryo, más allá del pensamiento. Sois vosotros mismos. Así pues, durante zazen, no hay nada. No más gafas, no más palabras, no más práctica, no más lenguaje, no más suposiciones…solamente el silencio, la fe.

Cuando Dogen preguntó: “Cuales son las palabras? ¿Cuál es la practica” El viejo tenzo respondió : “Si no cometes ningún error, podrás convertirte en un hombre de la Vía.” Y Dogen exclamó: “He podido ver las palabras 1, 2, 3, 4, 5 y ahora puedo ver también 6, 7, 8, 9”. Si pensáis haber comprendido a causa de estas explicaciones, acabáis solamente de conseguir un par de lentes deformantes suplementarias. Debéis volver siempre a zazen, a la luna misma, y abandonar las joyas del dragón. El dragón es un animal imaginario. Si vuestra vida puede volverse pura, fresca, nueva en cada instante, podréis comprender el auténtico Zen.

Dogen dice: “El Zen que no tiene más que un solo sabor, que va más allá de la apariencia de las palabras, de la apariencia de los fenómenos, que toca y agarra directamente la raíz”, este zen es shikantaza, simplemente sentarse. Si obráis de otra forma, caeréis en un Zen corrompido. Dogen dice: “Un Zen de cinco sabores”. Por ejemplo, un Zen espiritualista, materialista, místico. Un Zen que os satisface.

En último lugar, zazen molesta nuestro ego. Si aceptáis esto, podréis preparar la comida para los monjes. Podréis armonizaros con cada fenómeno, y ser certificados por cada uno de estos fenómenos.

 Continuará...   

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