Kusen de Étienne Zeisler sobre el "Tenzo Kyokun" del Maestro Dogen [16/..]

KUSEN

 (enseñanza oral durante zazen)

"TENZO KYOKUN"

del

Maestro DOGEN

Comentarios de Ètienne Zeisler


 [16/..]  

4 de agosto 1986 (16:30 h)

Esta mañana he acabado la primera parte de la narración de Dogen. El reencuentro con el viejo tenzo que secaba setas bajo el sol. Luego, el reencuentro con el otro tenzo que venía al barco para comprar setas. A este segundo tenzo Dogen le preguntó igualmente:

-Usted es muy viejo. ¿Por qué trabaja tan duro? ¿Por qué no practica zazen o estudia los koans?.

El tenzo respondió:

-Mi valiente amigo, no comprendes ni la práctica ni el sentido de las palabras. -¿Cual es la práctica? ¿Cuales son las palabras? -Si no te engañas a ti mismo, serás un hombre de la Vía. Ahora debo partir, si quieres saber más ven a mi monasterio.

Dogen continua su narración: “En julio de ese año, yo estaba en el monte Tendo. Un día, el viejo tenzo vino a verme y me dijo:

-El campo de verano ha terminado, abandono mis funciones de tenzo. Mi intención ahora es volver a mi casa. He oído decir que estabas aquí, y tenía ganas de hablar contigo, de ver como te iba.

También yo estaba muy contento de verlo y lo recibí calurosamente.

Hablamos de muchas cosas y al final llegamos al punto sobre el que le pregunté en el barco: “la práctica y la palabra”.

Dijo:

-Quien estudia las palabras debe saber lo que éstas son. Quienes tienen la intención de practicar la Vía deben comprender lo que significa practicar.

Una vez más, yo pregunté: -¿Qué son las palabras?

-1, 2, 3, 4, 5, me respondió. 

-¿Qué es la práctica? 

-En el universo no hay nada que permanezca escondido.

Luego discutimos de muchas cosas de las cuales no voy a hablar aquí. Pero lo poco que pude comprender sobre las palabras y la práctica, se lo debo en gran parte a este tenzo. Cuando vi de nuevo a mi maestro Myozen, que más tarde moriría en China, le expliqué el encuentro con el tenzo. Se puso muy contento al oír el relato. Más tarde leí un poema de Setchu escrito por uno de sus discípulos.

“1, 2, 3, 4, 5, la verdad que vosotros buscáis no puede ser atrapada. La noche cae y la luna brillante ilumina el océano entero. Las joyas del dragón se encuentran en cada ola. Mirando la luna: Está ahí, en cada ola y en la próxima”. 

Empecé a darme cuenta que el poema de Setchu, correspondía exactamente a lo que me había dicho el tenzo, y que realmente era un verdadero hombre de la Vía. Yo conocía las palabras 1, 2, 3, 4, 5. Ahora comprendía también 6, 7, 8, 9, 10. 

En el futuro, los discípulos deberán poder ver este lado a partir del otro lado, y ese otro lado a partir de este.

Practicad con un esfuerzo intenso, utilizad vuestra creatividad, y podréis tomar el verdadero zen, el que va más allá de la superficie de las palabras. Si lo hacéis de otro modo, no resultará más que un zen corrompido, que os volverá incapaces de preparar la comida a la sangha.” 

La historia del tenzo se termina aquí. La primera puede ser comprendida fácilmente. Hay que comentar un poco la segunda: 1, 2, 3, 4, 5, y 6, 7, 8, 9, 10. Hablaré esta tarde. Después del zazen habrá masaje, tened paciencia todavía cinco minutos. 

 Continuará...   

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