Lavar el Kesa.


Lavar el Kesa

El cuidado del kesa es esencial. El maestro Dôgen explica cómo lavarlo, con cuidado y respeto.


Como el kesa es de color oscuro, no siempre es evidente si está limpio o no y, por temor a estropearlo, ocurre que algunos directamente omitan lavarlo.

Durante mucho tiempo hemos aconsejado lavar el kesa en la lavadora, en un programa de «lana o tejidos delicados», para que la tela ni se estropee ni se deforme, pero, sobre todo, para que el kesa se lave antes de plancharse, e incluso se repare si fuera necesario. Se ha de evitar planchar el kesa sin haberlo lavado antes, pues ello estropea la tela. Las lavadoras modernas lavan, sin duda, mucho mejor de lo que nosotros hacemos a mano, sin embargo, se pueden seguir las instrucciones que el maestro Dôgen da y, de esta manera, hacer que el cuidado del kesa se convierta en práctica de la Vía.

La forma de proceder:

En la medida de lo posible la operación se ha de hacer a lo largo de un día, para mantenerse concentrado hasta el final.

Por la mañana preparad un barreño con agua jabonosa a 40º; es aconsejable que ese barreño se utilice solo para lavar el kesa o, al menos, que esté muy limpio. Desplegad el kesa y hundidlo en el barreño. Si la espuma desaparece inmediatamente y el agua sale muy sucia, vaciad el barreño y volved a preparar agua; es señal de que el kesa estaba muy sucio.

Dejad a remojo el kesa hasta que el agua se enfríe (unas dos horas), después lavad suavemente frotando con los dedos, con cuidado y respeto; se ha de insistir en la parte superior, en las ataduras y los ángulos, pues es una parte a menudo en contacto con el sudor que fragiliza la tela.

Después, presionad el kesa sin retorcerlo y aclaradlo al menos tres veces, presionándolo bien cada vez. Si tenéis bañera, aclarad el kesa en la bañera desplegándolo porque se elimina mejor el detergente. Es importante aclararlo bien, si no la tela se estropeará rápidamente.

Después del último aclarado, presionad bien el kesa (siempre sin retorcerlo) y dejadlo escurrir algunos minutos, después presionad de nuevo. Extended una toalla de baño en el suelo (o en una mesa, si no estáis en el cuarto de baño), doblad el kesa en 3 o en 4 y colocadlo sobre la toalla de baño. Colocad encima otra toalla de baño, enrolladlo todo y dejadlo algunos minutos, después desplegadlo y coged el kesa para ponerlo a secar.

Para no deformarlo, extended el kesa en varias cuerdas de tender, como se hace con la lana y, sobre todo, no lo colguéis con pinzas. Podéis colocadlo doblado en 3 o en 4 en el tendedero y, al cabo de un rato, cambiar el sentido del doblez, así secará más rápido.

Puede parecer engorroso pero, de hecho, mantener esta atención nos permite estar concentrados en el kesa durante todo el día.

Cuando ya casi está seco, lo podéis planchar (sin necesidad de vapor), luego doblarlo y, al final del doblado, marcar los pliegues con la plancha. Par ello, comprobad que el kesa está correctamente doblado y que no se han hecho «arrugas de planchado».
Si tenéis que repararlo, hacedlo antes de doblarlo.

Para terminar, una breve ceremonia siguiendo las recomendaciones del maestro Dôgen (1):

Colocad el kesa en un lugar elevado, quemad incienso y haced sanpai, después poneos el kesa encima de la cabeza y con las manos en gasshô, recitad tres veces el Dai sai gedap-puku (Sutra del kesa), después colocadlo en la bolsa y ponedlo en su sitio.

Al hacerlo de esta manera, lavar el kesa ya no es una tarea doméstica, sino la práctica de la Vía, por eso el maestro Deshimaru decía que es importante hacerlo uno mismo o, si no, pedírselo a un monje o a una monja o a un amigo íntimo.

Kosen Françoise Laurent

(1) T. Deshimaru, El libro del kesa, Edición Completa, AZI, pags. 80-81. Dôgen, Shôbôgenzô, «Den-e», traducción de Yoko Orimo, tomo 7, Ed Sully, 2013

 Tomado del: Boletin Sangha nº.36 – Nov. 2014 


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